Escribí esta nota sobre la destitución de Dilma Roussef en Nodal, acá y en la Izquierda Diario acá. Salieron con diferencias de un día y con títulos diferentes producto de decisiones editoriales que no controlo. Se agradece a los amigos en Nodal y en La Izquierda Diario.
Salud!
horizontes oscuros y tiempos complejos - Buenos Aires 2016 |
1. Legalidad constitucional sin legitimidad democrática: La destitución de Dilma Rousseff es un claro ejemplo de los usos antidemocráticos de mecanismos constitucionales. Las instituciones constitucionales pueden ser usadas en contra de los gobiernos democráticos, de la soberanía popular y de los derechos humanos.
Lo que sucedió ayer fue, podemos pensar, un golpe constitucional a la democracia. Las reglas constitucionales usadas en contra del juego democrático. Sobre todo si esas reglas fueron dictadas y aprobadas por minorías antidemocráticas y elitistas, después de una dictadura, y las fuerzas sociales progresistas cometieron el error estratégico de no modificarlas, de no ampliar la democracia institucional, de no hacer las reglas más democráticas, menos constitucionales.
Esas minorías tienen a los siempre conservadores constitucionalistas y analistas políticas para decir que son “las reglas de la democracia” mientras son las reglas de las corporaciones políticas y económicas oligárquicas que interrumpen sus propias reglas cuando el resultado del juego no les satisface.
Suspender las reglas les va a permitir, concentrar riqueza, poder y condicionar futuros intentos (constitucionales y democráticos) de ampliar democracia, justicia social y derechos humanos. El potencial transformador de una democracia se puede condicionar con algunos años de concentración de la riqueza, poder mediático e institucional.
2. Ejemplos históricos de golpes constitucionales a la democracia y DDHH: La historia nos recuerda que la esclavitud, segregación racial, subordinación femenina, trabajo infantil, dictaduras, concentración en el ejecutivo, detención ilegales, censura previa, etc: Todas fueron “constitucionales” y “legales” en el pasado. La democracia permitió transformar todas esas nefastas instituciones “constitucionales” en derechos democráticos y construir culturalmente los derechos humanos.
Jueces suspendiendo o anulando elecciones, el show judicial de la corrupción que terminará en impunidad, el capitalismo oligárquico defendido constitucionalmente como libremercado competitivo, la protección judicial de los derechos de corporaciones que destruyen el medioambiente y enferman a comunidades enteras, la criminalización de la protesta social y persecución penal de sus líderes, la impunidad de la especulación financiera a nivel local e internacional, todos estos son ejemplos de los usos antidemocráticos de las reglas judiciales y de las instituciones constitucionales.
En Estados Unidos, los fallos Bush vs. Gore (2000), la Patriot Act y la impunidad del sistema financiero en la burbuja del 2008 fueron golpes al corazón democrático desde las mismas instituciones constitucionales. El dinero gobierna “constitucionalmente” al sistema político estadounidense gracias al fallo “Citizen United” (2008) de la Corte de EEUU. Una Corte elige a Bush como presidente, una Corte permite comprar poder político sin límite. La democracia siempre está lejos de las Cortes Constitucionales.
Sin duda, con todo esto no ayuda nuestra cultura de anomia, corrupción y verticalismo que es indiferente de las tendencias y sectores políticos. La democracia no se puede defender con el viejo autoritarismo. La democracia necesita más democracia siempre. La democracia no es hablar con el espejo, es tolerar los disensos razonables y escucharlos, pensarlos, atentamente.
El contexto internacional (Brexit, Trump, Francia, etc) exige más reflejos políticos de los líderes que realmente quieran usar la política democrática para transformar las injusticias, no para simplemente gestionarlas o profundizarlas por los siglos de los siglos.
Nuestras democracias, movimientos sociales y conquistas sociales son, a partir de ayer, un poco más frágiles. Más allá de los graves errores del PT y de Dilma, los efectos de la injustificada destitución de una Presidenta democráticamente electa serán histórica, social y económicamente inmensos.
*Profesor de Derecho Constitucional y Estudios Críticos del Derecho en la UBA/CLACSO. Twitter: @lucasarrimada
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