martes, 3 de enero de 2012

¿Mandato constitucional?

Montys 2011
Hoy Don José Miguel Onaindia, acá, afirma que hay un mandato constitucional por el cual:

1. Los representantes le deben obediencia/le deben su banca a los partidos, coaliciones o alianzas con los cuales fueron elegidos. O sea, las bancas son de los partidos.
2. Esto surge de alguna forma de un mandato presente en nuestra Constitución Nacional.

Para eso, J.M.O menciona como argumento la incorporación del tercer senador en la reforma del 94, entre otros. Ahora, cuatro respetuosos, veraniegos y pacíficos comentarios sobre su nota:

*1. Merece nuestra crítica sistemática el inmenso déficit representativo del sistema del tercer senador pensado para reforzar un bipartidismo a nivel federal. Muestra típica del resultado de la negociación previa a la Convención Constituyente dada -contra todo los principios de la democracia deliberativa- en secreto en el Pacto de Olivos. La sub-representación de las fuerzas provinciales en el Senado es evidente y antidemocrática. Proporcionalidad es más democracia. Las primeras dos fuerzas (que pueden sumar -a veces- el 50/70 % del electorado) se llevan el 100 por ciento de la representación.

*2. Ahora, ¿Qué pasa con los senadores -y hasta diputados- que cambian de parecer o que se sienten atraídos por una propuesta "oficialista"? ¿Qué sucede en el caso inverso: cuando un oficialista quiere apoyar una medida "opositora"? ¿Qué sucede cuando los proyectos en las cámaras no son "ni oficialistas ni opositores" sino que van más allá de esa pobrísima dicotomía clásica de la política?

*3. ¿No hay lugar para el cambio de las preferencias a través de la deliberación pública y las razones? ¿Es el mandato constitucional más fuerte que la discusión que se debe dar en la arena de la política democrática? Mmmmm

*4. No es justamente la democracia, un juego en donde las razones -más allá de toda ingenuidad- deberían estar conjugadas con las fuerzas de las mayorías parlamentarias de las facciones políticas. O sea, no se puede estar a favor de ciertas iniciativas que no sean de los bloques propios? 

En definitiva, ¿ese "mandato constitucional" no sería contradictorio con el mandato (¿constitucional?) de la deliberación colectiva que discutíamos por acá hace unos días? 

5 comentarios:

  1. Te la hago más simple: la reductio ad absurdum de esa postura es que no sería necesario votar en el Congreso. Cada proyecto saldría directamente de cada cámara por el simple expediente de contar los representantes que hubieran quedado de cada fuerza luego de la última votación. A lo sumo, habría un debate externo a los representantes de los ciudadanos, dentro de las fuerzas políticas.

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  2. Solamente un abogado puede seguir pensando la representación política como si fuera un contrato, pero no uno contrafáctico, sino uno en serio, o sea un auténtico mandato en que el partido funge como mandante, y el electo como mandatario.
    Más allá del berrinche anterior, lo cierto es que lo que reclama Onaindia, bloques estructurados en un eje "oficialismo vs oposición", cuyos integrantes votan disciplinadamente a favor o en contra de las propuestas según cuál sea su origen, no sólo conspira contra el ideal deliberativo, sino también contra otros principios quizás menos exigentes normativamente, pero igualmente importantes en la práctica.
    Si el congreso funcionase como quiere Onaindia, entonces cuando hay gobierno dividido, no habría forma de construir coaliciones legislativas.
    Y ya sabemos cuáles son las alternativas frente a una situación así: debilidad del Presidente (y paf! éste se cae) o fortaleza del Presidente (y entonces este hace (ab)uso de las herramientas delegativas que generosamente le entregó la reforma dle '94).
    Por cierto, en los casos en que hubiese gobierno unificado, un funcionamiento como el que defiende Onaindia terminaría convirtiendo al congreso en la tan repudiada "escribanía".
    Creo que lo que tiene que guiar el debate público es más saber si las leyes que se votan son buenas o no (o si son de derecha o de izquierda, etc) que si en una votación en particular algunos opositores votaron con el oficialismo (o vicecersa).
    Un abrazo!
    Pedro

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  3. Cierto Ariel. En el caso extremo de esta versión, no sé si será la idea de JMO, tenés toda la razón. Muy buen punto.

    Podría ser innecesaria toda actividad parlamentaria y ese debate externo también debería tener escasa incidencia. Salut.

    Gran comentario PAC. En efecto, como vos lo señalás con claridad podrían existir más contrapuntos, la división entre escribanos oficialistas y opositores, la debilidad o la fortaleza del presidencialismo y las coaliciones legislativas que aunque sean coyunturales o fugaces son súper necesarias.

    Abrazo y salú! Sigamos
    L

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  4. Me parece que lo del "mandato constitucional" es la parte indefendible. Lo otro, lo de la disciplina partidaria, habría que pensarlo un poco más. Los congresos no son (¿no pueden ser?) reuniones de notables con posturas individuales sobre todos los temas. De ser así, cada decisión a tomar sería una lotería, sin posibilidad de prever su resultado.
    Por otro lado, es cierto que los partidos políticos son, en su mayoría, "simples" máquinas electorales sin, o con poca, identidad. De todas maneras, en algunos temas más o menos se puede saber el sentido de su voto. En otros (la mayoría), si bien se puede hacer el corte en la dicotomía oficialismo/oposición, nada impide que haya debate interno entre los partidos y sus expresiones parlamentarias, para luego, sí, votar disciplinadamente.
    Es posible que se haya llevado al extremo posturas tales como las de Pichetto, Rossi o Aníbal Fernández, pero también habría que preguntarse cuál es el mensaje del votante cuando vota al mismo partido para el PE y para el PL. (Y espero que no me vengan con lo de la irracionalidad del elector.)

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  5. Ricardo, querido, gracias por pasarte.

    Todavía me resulta difícil encontrar ese mandato constitucional.

    Sobre el resto estamos de acuerdo aunque obviamente, no te sorprenderá, necesito más deliberación en el Congreso. No digo que no haya, quizás la estrategia sea más compleja, sea abrir una cultura que implique un canal parlamentario, reformas estructurales que generen una apertura mayor del congreso a la sociedad, espacios de debate e incluso de discusión interpartidaría que existen informalmente pero que tengan más visibilidad, no quizás demasiada pero más.

    Sobre el resto, estamos de acuerdo.
    Un abrazo y la seguimos,
    Lucas.

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